Asamblea del CMI empieza con música y un llamado por la paz y la justicia
30 de Octubre 2013
La X Asamblea del CMI comenzó esta mañana con la celebración de la fe, con llamados a la paz y la justicia, y con un montón de música en la oración de apertura.
Un gong tradicional de Corea, país que recibe la mayor reunión del mundo ecuménico, llamó a los cristianos a participar en el encuentro de vida y testimonio de Busan.
Una procesión llevó al altar los símbolos de la fe y de la liturgia como una cruz, la Biblia, velas, instrumentos musicales e iconos religiosos.
Voluntarios repartidos en medio de la multitud oraron y recordaron el llanto y las esperanzas de todas las regiones del mundo.
"Sabiendo lo mucho que nos has dado, pedimos perdón por haber permitido que tantas cosas vayan mal: la explotación de los pueblos indígenas y los afrodescendientes, el abuso de mujeres y niños. Oímos el llanto de los pobres que sufren a causa de la injusticia, la corrupción y la violencia, y de todas las víctimas de delitos", oraron los participantes, en nombre de América Latina.
Pidiendo perdón, también oraron: “En el Caribe, muchos han sufrido la crueldad de la esclavitud institucionalizada y han visto su identidad confundida debido al colonialismo, en muchos casos con la complicidad de la iglesia.”
Por otra parte, dieron gracias a Dios por haber acompañado a los cristianos de todo el mundo en el camino en busca de la justicia y la paz.
Todos los momentos de la celebración fueron permeados por la hermosa música de un coro potente formado por 350 cristianos coreanos, miembros de iglesias de Seúl, Busan y otras ciudades.
Con energía y pasión, alababan el tema de la Asamblea, "Dios de vida", compuesto por Ruy Hyung Sun.
Ejemplo de los discípulos
Todos escucharon la historia del Evangelio acerca del milagro en el camino de Emaús, de Lucas 24: 28-35., que habla de cómo el Señor resucitado, pocas horas después de su resurrección, apareció a dos de sus discípulos y habló con ellos.
En el pasaje bíblico, los viajeros estaban tan desanimados que ni siquiera reconocieron a su Maestro. Sin embargo el Señor, gracias a sus palabras y presencia personal, disipó sus dudas, y los dejó con un profundo sentimiento de esperanza y de fe. Volvieron a Jerusalén y comunicaron su alegría a los demás discípulos de Cristo.
El Patriarca Karekin II, de la Iglesia Apostólica Armenia (Etchmiadzin), instó a la Asamblea a participar, como lo hicieron los discípulos.
"Hoy estamos nosotros también en un mismo lugar y con un solo corazón, reunidos como ramas de la videra. Cada uno de nosotros es diferente y único, pero somos brotes de la misma raíz. Nuestra fe común en Cristo—en verdad, nuestro amor por el Señor—es lo que nos une. Este ejemplo de unidad es el que todos los participantes en el movimiento ecuménico están llamados antes que nada a demostrar", dijo el Patriarca.
Al final, los participantes dijeron adiós también cantando, acompañando al coro, diciendo: "Vayan en paz y en el amor, en el nombre de Dios."
Entusiasmado con el resultado de la ceremonia de apertura, el director musical de la Asamblea, Tércio Junker señaló: "Lo que me entusiasma es la posibilidad de que seamos uno. Las diferencias se quedan aparte. Dijimos con música y liturgia que somos cristianos, un solo cuerpo."
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