Huellas
¿Cómo seguimos a Jesús? Seguiremos el camino estrecho, irregular, impopular, en ocasiones solitario: el camino de la cruz. Seguiremos con un espíritu humilde.
El Lavamiento de los Pies
Las referencias veterotestamentarias (Génesis 18:4; 19:2; 24:32; 43:24; 1 Samuel 25:41; 2 Samuel 11:8; Salmo 58:10) muestran que el lavamiento de los pies era la primera acción que se hacía luego de entrar en una carpa o en una casa después de un viaje. El pueblo de la Biblia usaba sandalias, y este lavamiento era tanto para refrescar como para purificar. En el caso del pueblo común, el anfitrión proporcionaba el agua y los huéspedes se lavaban sus propios pies. Pero en las casas de los ricos, era el esclavo el que se encargaba del lavado de los pies. Se la consideraba como la tarea más baja de todas. En la última noche de su vida terrenal, Jesús lavó los pies de sus discípulos (Juan 13:1-17).
El lavamiento de los pies de los discípulos es un acto que tiene una potencialidad revolucionaria, porque redefine el significado del poder y de la autoridad y cuestiona las estructuras que están asociadas a ellos. La verdadera autoridad no es nada menos que el ejercicio de la diaconía, la práctica del amor en la perspectiva del mundo nuevo que Dios nos promete.
Oración
L: Adoramos al Padre de la luz, y a su Hijo unigénito, y al Espíritu Santo, la Trinidad en esencia.
L: Ella vino a Jesús, sin nombre, sin invitación, pero sin miedo.
C: Y derramó su gratitud.
L: Le dio su costosa ofrenda, lo perfumó con sus lágrimas, porque sólo ella podía ver a dónde conduciría su camino.
C: Y derramó su dolor.
L: Venimos a Jesús, invitados a caminar su camino, facultados para derramar nuestras vidas
C: al servicio del Reino de Dios, conforme venimos a adorar.
Ver pág. 168 de Hallelujah! Libro de Culto y Oraciones (pdf, 4 MB) para todas las oraciones del día.